Escribiendo un relato de fantasía.


Mientras comía* me he convencido a mi mismo para participar en el concurso de Lord Alce, en el que regala un ejemplar de su fantástica novela fantástica La Sombra Dorada, escribiendo para ello un relato de temática fantástica de entre setecientas y mil palabras.

Ya iba a ponerme a trabajar en ello cuando he reparado en mi escasa fé en los concursos y en mi aún más escasa posibilidad de hacerme con tan codiciado premio. Tenía pues que buscar otra finalidad para hacer que esto mereciera la pena. Y entonces he pensado que más que con el relato en sí, uno entre millones, podría aportar un poquito al universo si hablara del proceso de construir ese relato, es decir, de cómo abordo yo este asunto. Tal vez desvelando mis errores pueda contribuir a los aciertos de los demás. Y así empieza esta otra historia: la historia de la historia.

Soy un maniático: cuando quiero hacer algo me gusta escuchar música que tenga algo que ver con el asunto, pensar unos minutos y, antes de hacer nada, colocar todos los ingredientes sobre la mesa. Ingredientes. Yo he leído literatura fantástica, bastante, pero ¿Qué se yo en realidad de este género? Voy a tratar de recordar, poniendo un poco de orden. Veamos esos ingredientes…

Escenario. La norma es una estética medieval: caballeros, espadas, castillos, magos… por aquí y por allá jugando a la guerra o a perseguirse en entornos naturales tan grandiosos que después obligan a los productores de Hollywood a pasarse semanas metidos en un helicóptero para encontrar un paraje que dé la talla. Tierra, rios, mares, cavernas, desiertos, paisajes extremos que son necesarios para someter a los personajes a duras pruebas. No sé cómo andaremos de presupuesto, pero tendré que escatimar todo lo que pueda en exteriores.

Magia. Sí, la magia es un componente fundamental. Si me pongo a pensar, al final todo se resume a una prolífica camada de descendientes de Merlín, y por el otro lado una manada de brujas que harían las delicias de Torquemada. Normalmente el mago es bondadoso aunque cascarrabias, sabio, políglota, instruido en sus labores y tiene bastante poder, tanto que no se entiende que aguante las ordenes de un zoquete, normalmente un rey, al que podría derrocar con una de sus mágicas collejas, pero así son las cosas en estos lares, mientras que a la bruja se le niega todo esto excepto el poder.

Bestiario. Otro de los componentes que soportan la fantasía en estas historias es la superabundancia de todo tipo de caprichos de la genética y animales mitológicos, en forma de dragones, unicornios, serpientes marinas y bestias de todo tipo que, por lo general, tienen un puntito Disney y desarrollan cualidades humanas, tanto las buenas como las realmente interesantes. A veces hablan. Otras también.

Ying y yang. Si, en estas obras suele haber una distinción muy clara entre el bien y el mal. La lucha entre estas dos fuerzas suele ser el fondo de la cuestión, al extremo que en algunos libros los personajes son tan puros en su bondad o maldad que resultan más difíciles de creer aún que los dragones de múltiples cabezas o los conjuros de los brujos.

La búsqueda. Negadlo si podéis: en todas estas historias hay una búsqueda, un viaje iniciático en el que el protagonista ha de vencer dificultades para encontrar algo, sea un anillo o su dignidad, y de paso madura y se va haciendo personilla. En realidad la búsqueda, o su sustituta la huida, son meras excusas para meter más paisajes, más personajes y alargar la trama, cosa que ayuda a hacer caja.

El villano. Mi elemento favorito. Yo soy muy de villanos. Los héroes, en realidad, aburren: A veces son tan estúpidos, les pasan tantas desgracias y tienen que esforzarse tanto para dar cada pasito que uno prefiere quedarse con el talento, el pragmatismo y la sutil inteligencia de un buen malvado. Además la mayoria de estos libros demuestran que un héroe puede ser cualquiera, de hecho el héroe suele ser cualquiera que pase por allí, cuanto más cualquiera mejor, aunque trescientas páginas más adelante descubra que es un príncipe o que los dragones le adoran. Pero para ser villano hay que nacer. No está al alcance de cualquiera desarrollar todas las capacidades, el poder de convicción, la planificación estratégica el siempre sutil vocabulario que adornan el curriculum de todo buen villano. Y, que quieres que te diga, los villanos son muchísimo más divertidos.

El héroe. Es que el héroe es un topicazo tan enorme que en cada nuevo libro que cae en mis manos veo como sube sin parar el nivel de los autores puteando a su protagonista para hacerlo medianamente creíble, cuando en realidad siempre son un fiasco. Y cuando llega el capítulo en que se enamoran de la chica, ni te cuento. No, no voy a usar este ingrediente. Conozco a demasiados héroes de verdad para andar inventándome uno de trapo.

Las batallas. Caballos, espada, más o menos sangre y vísceras en función del público objetivo y un despliegue de figurantes que es capaz de arruinar a la editorial si tiene que correr con las dietas. Pero siempre hay un resorte estúpido, una puñetera casualidad, que hace que una batalla perdida de pronto se gane, o al revés. A veces, sinceramente, huele. Yo me pregunto si todo ese poder que da la magia no podría usarse con un poco más de cabeza. Por ejemplo, si tienes el poder de tirar cohetes de la leche, rollo Gandalf, ¿por qué no le metes uno por el ojete al caballo del malo en medio de la batalla? ¡Y adiós al ejército de los orcos! Pero, no, aquí hay que complicarlo todo, y al parecer la magia en realidad viene con más contraindicaciones que la Viagra. En fin, batallas tiene que haber, porque son la salsa de todo esto, pero con un poquito de cabeza…

Hadas, unicornios y otras cosas con las que jugaba mi hija de niña. Por favor, una cosa es escribir fantasía y otra ser un moñas. Todo esto lo descarto no sea que me dé un shock anafiláctico.

Trama. Bueno, ya vamos teniendo algo: una búsqueda, una o varias batallas, el bien contra el mal, un villano y un héroe metiéndose el dedo en el ojo el uno al otro, un historia de amor casi imposible… Habrá que poner un poco de rocanrol, ¿no? Por ejemplo, Eco metió a un detective en una abadía. Algo de eso. Un poco de mestizaje con algún otro género, siempre dentro de la norma aristotélica, presentación-nudo-desenlace, pero también un poco como en el jazz, presentación-variaciones-recapitulación, sin caer en lo de Juego de Tronos, presentación-continuación-continuación-continuación…, y todo esto a desarrollar en menos de 1000 palabras. Joder, ¡si llevo ya 983 palabras solo con esto!

Secundarios. Como ese rey que no quiere casar a su hija con el héroe porque es tan idiota que no ve lo que todo el mundo estamos viendo, o el adlátere del villano y su grupo de malotes a los que necesariamente hay que poner a hacer el ridículo antes o después porque no suelen vivir más allá del capítulo nueve, o el viejo sabihondo que siempre hay en toda historia y que si en realidad fuera tan listo no estaría ahí tan tirado, o incluso las ovejas esas que se come el dragón sin esquilar ni nada, que después se tira media novela cagando pelusas, y en definitiva toda esa plétora de seres insulsos cuya existencia solo tiene por objeto meter una frase interesante en el argumento… en este caso van a ser totalmente prescindibles. ¿1000 palabras? No hay espacio ni para ponerles nombre, así que, ¡a la mier!

La cosa. Si, siempre hay un objeto/animal/cosa que es el eje alrededor del que se mueve todo. Sea un anillo, un pergamino, una piedra élfica, una espada o un tanga del mercadillo medieval, ese objeto es fundamental para el desarrollo de toda la trama. Tendré que pensar en algo; quizás lo del pergamino, que ando cortito de fondos. Yo creo que quemando un poco los bordes estilo Bonanza podría dar el pego….

Los seres fantásticos. A diferencia de las bestias, estos seres no requieren de la intervención de Disney para abrir la boca. supongo que habrá que coger algo de entre todos esos elfos, enanos, orcos, trolls y demás que nos llegan trasplantados de mitologías anglosajonas, porque se ve que se llevaron de calle el casting frente a nuestro popular coco, el hombre del saco o el sacamantecas. ¡Qué remedio! ¡Habrá que usar alguna raza pija de estas para no perder al publico adolescente!

Y bien, con esto creo que ya tengo todos los ingredientes. Ahora habrá que poner la olla al fuego… ¿qué digo olla? ¡Un buen caldero mágico como tiene que ser! ¡Habrá que irse metiendo en harina! ¿No?

(por cierto, si hay algún epiléptico entre mis lectores le pido disculpas por la imagen que he puesto en esta entrada, mira que estuve buscando y buscando el famoso tapiz ese de toda la vida con los caballos blancos pastando junto al río y el puente de fondo, pero, nada, esto es lo más parecido que he visto.)

* Unos estupendos espagueti carbonara en los que nos hemos confundido añadiendo bechamel en vez de nata liquida y resulta que han salido cojonudos.

10 Comentarios

  1. 😀 😀 😀 😀 😀
    Eso es un estudio del género fantástico y lo demás, tonterías.
    En serio, coges todos (TODOS) los clichés del género y te ríes de ellos… y la risa es muy sana. Que a lo mejor algún friki de esos que están «mu» locos te mira mal por decir estas cosas, pero, si hay algo que hacer en esta vida, es reirse de todo para no hacer úlceras. Y, sobre todo, de uno mismo y de sus gustos siempre que las cosas discurran, como es el caso, por cauces amables.
    Por ahora, voy a hacer una cosa. No mires -saco lentamente la espada de la vaina y me acerco-. Que no mires, Israel…

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    1. Es que tratándose de ti no podía hacer un reblogueo sin más: había que poner toda (TODA😂😂) la carne en el asador.
      Reírme de este género es reírme de mí mismo, ávido consumidor de scifi y fantasía, así que tirar piedras elficas contra mi propio tejado no es más que un sano ejercicio de autocrítica.
      Otra cosa es el texto que estoy tramando para el concurso, muy en los cánones, que espero que te pueda gustar. Ganar no va a ganar, pero agradar, espero que si.
      Un abrazo compañero!!

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  2. Apesar de la extensión, me ha resultado ameno y divertido. Lo que más gracia me ha hecho ha sido lo de la llamada, y lo que menos: el énfasis sobre la primera de las tres virtudes teologales y el hecho de haberte olvidado de poner una coma precediendo a, «excepto…».

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  3. Jajjjaaajja ayyyy Israel….acabas de destripar el género fantástico con ¿900 palabras? Madre mía, me temo que algún que otro con poco sentido del humor va a alzar sus arcos élficos contra tí.
    Ahora en serio: hay historias fantásticas/novelas épicas que me han hecho pasar muy buenos ratos. Con la única que no he podido es con El señor de los anillos, pero Juego de Tronos o Los pilares de la tierra me gustaron mucho. Y La Sombra dorada también me entretuvo, la verdad.

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    1. Espero que no, hay que tener un poco de cintura ¡esto no es el fútbol!

      Yo también disfruto mucho con este género, pero no coincidimos en gustos: Para mí ESDLA está a años luz de Juego de Tronos, que considero un guión con aires de grandeza (¡¡vengan a mí más flechas de esas!!).

      Y no te creas, que voy a escribir ese relato, a ver qué resulta.

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      1. ESDLA siempre se me atraganta en el primer capítulo y ya llevo tres intentos en momentos diferentes. Ni en el cine. Fui a ver una de las adaptaciones y me dormí tras la primera hora. Tendré que hacérmelo mirar…
        Sin embargo Lady Halcón o La Princesa Prometida me encantan y eso que son supercursis, será cuestión de nostalgia.

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