Hoy, mira, y mírate.


Hoy es un día extraño.

Hoy no se ha descubierto un nuevo planeta habitable, ni se ha destapado un escándalo financiero de escala mundial, ni hay grandes acontecimientos deportivos, ni se ha celebrado ninguna boda del siglo ni tampoco se ha suicidado ningún cantante famoso que yo sepa.

Hoy no se ha concedido ningún nobel polémico, ni se ha derrocado a ningún tirano, ni se ha presentado a bombo y platillo un nuevo y revolucionario smartphone, ni se ha inventado una nueva fuente de energía ni se ha elegido a un presidente de algún gobierno. Ni siquiera se ha juzgado a ningún político relevante.

Hoy prácticamente no ha pasado nada.

De hecho, hoy es un día tan anodino que por no haber, no hay ni un doodle en google que rescate del olvido de la wikipedia a alguna persona de mérito.

Es un día tan corriente que puede que hoy, precisamente hoy, haya sitio en los medios para las miradas más tiernas, para los seres más inocentes en el sentido más inocente de la palabra inocente, para esas criaturas que son las que mejor saben querer y seguramente las que más amor merecen.

Porque hoy la humanidad ha tenido a bien acordarse un poquito del síndrome de Down.

Pero seguro que aparece alguien con un escándalo, o con un inesperado triunfo, u ocurrirá una catástrofe climática o algún loco disparará un misil por descuido y nosotros… nosotros volveremos a pensar como siempre en nuestras cosas. Se derramará un café, se perderán unas llaves o llegarán las notas de un examen. Se romperá un grifo, sonará el teléfono con voz de madre, lloverá donde nunca llueve o hará sol donde siempre lo hace. Y ya está.

Pues al menor descuido cerraremos con disimulo esa minúscula ventanita de tiempo que le habíamos cedido a la ternura, y dejaremos de pensar siquiera en ello, y nos olvidaremos de la crueldad de una palabra tan subnormal que habría que desterrar de todos los diccionarios, y dejaremos de pensar en la peor de las discriminaciones: la que los esconde de las miradas por razón de ese invento absurdo al que llamamos estúpidamente el coeficiente intelectual.

Llegará la noche sin que hoy realmente haya pasado nada.

Pero si quieres que el día de hoy sirva para algo prueba a mirar por un momento esa foto. Inténtalo. Dime si no es hermosa. Dime si no es lo mejor del día. Dime si no te conmueve, si no te arroba, si no te dan ganas de abrir los brazos.

Mírate bien en esa mirada. Y después, si puedes, trata de mirarte un poco por dentro, compara, y dime quien es el discapacitado.

 

8 Comentarios

  1. Las personas tienen distintas capacidades, eso es indudable, pero todos somos iguales en lo esencial, todos queremos dar y queremos recibir amor.
    Cuando miro esa foto que has puesto siento ternura, porque sé la capacidad de dar amor que tienen, sé que son un regalo para su familia porque he hablado con algunos de ellos y son tan cariñosos, se muestran tan interesados en los que les rodean que no pueden dejar de darme envida por su capacidad de entrega.
    Un texto magnífico, con mucha verdad y mucho fondo, Israel, los afectados por el síndrome de Down, al igual que los otros discapacitados pueden enseñarnos muchas cosas.
    Un abrazo.

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  2. Lo primero que me ha venido a la mente al ver la imagen ha sido sinceridad, en esa cara y en esos ojos hay sinceridad.

    No dejas de sorprenderme con tu sensibilidad, la capacidad analítica y la intencionalidad de tus escritos.

    Gracias por dejarte ver y leer de vez en cuando.

    Saludos cordiales

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