Razones para el humor.


Convendréis conmigo que el humor es un bien necesario. Y es un género literario muy complicado, mucho más de lo que parece a primera vista. Aunque los textos humorísticos parecen más sencillos, menos recargados con figuras literarias y con un vocabulario más básico y más ligero, es muy complejo procurar continuamente la sorpresa, jugar con el absurdo y provocar situaciones divertidas a la vez que se trata de mantener un argumento.

Un texto humorístico se sostiene a base de un flujo constante de ideas. No hay otro armazón posible. Hay que poner en juego muchísima inventiva, y el riesgo de entrar en contradicciones o dejar que el propio argumento se pierda o caiga en el absurdo es muy alto. Cada elemento sorpresivo o gracioso que introduces en el texto tiene su pequeño argumento: hay que presentarlo y generar un razonamiento coherente para después, cuando este llega a su clímax, traicionarlo con una conclusión que aún siendo lógica por sí misma, es totalmente absurda y provoca la reacción del lector. Esto se puede hacer con dos palabras, o con dos páginas; desde luego, cuanto más breve, mejor.

Tratar de engarzar en un argumento general un sinfín de perlas de este tipo, sin cansar ni ser repetitivo, sin abusar de clichés, sin recurrir a chistes viejos y por tanto muy reconocibles, e intentando sorprender a cada paso, es tremendamente complicado. Además hay que entremezclarlos para que el texto no sea una sucesión de ocurrencias e hilarlos convenientemente en el tapiz del argumento para que todo tenga sentido, hay que mantener cierta tensión en el desarrollo de la obra gracias a (o a pesar de) estos momentos de catársis, y hay que saber jugar con los dobles sentidos, con las interpretaciones que se prestan a confusión, y por supuesto tratar con coherencia y con buena mano a los personajes.

Todo esto hay que tenerlo muy en cuenta cuando se enfrenta uno a la lectura de un texto humorístico. Es muchísimo más difícil hacer reir que hacer llorar, entre otras cosas porque el escritor no tiene ninguna posibilidad de hacerle cosquillas al lector. De hecho, cuando lees humor no hay risas grabadas que te inciten a reir, ni hay apoyo de imágenes, gestos exagerados o esas acciones que son el ladrillo más básico del edificio de la risa: Describir como un hombre pisa una piel de plátano, resbala y cae de culo nunca podrá ser tan divertido como contemplar esa misma escena.

El humor escrito no afecta a los sentidos, sino a la razón, y por tanto ha de ser inteligente en su concepción. Mucho, si pretende divertir a cualquier tipo de público. Por eso mismo no procura tanto la carcajada, que tiene más que ver con el instinto, como la sonrisa, más asociada a la razón.

Y el humor es además un vehículo importantísimo para la transmisión de ideas. No porque los escritos sean más ligeros o tengan la intención aparente de divertir han de estar exentos de profundidad. Al contrario, pueden contener agudas críticas, dardos certeros que se sirven con gracia y ácidas reflexiones vestidas de la más pura inocencia. Oscar Wilde podría ser un claro ejemplo: El cinismo que subyace en muchas de sus frases es un exponente de una visión crítica de la sociedad que le rodeaba.

En definitiva, pienso que hacer humor es muchísimo más complicado que cualquier otro género, al menos lo es para mí, y por eso mismo me atrae. Cuando analizo los ejercicios que he estado haciendo desde que pensé que algún día podría escribir, son precisamente los relacionados con el humor los que más he disfrutado, tanto al hacerlos como después al leerlos (básicamente porque soy de los pocos que comprenden mi propio y particular sentido del humor).

Razón por la que no desisto en ese empeño, ahora con mi disparatado profesor Nippú al que he dotado de un esquema sencillo y repetitivo para que se despache a gusto con todo lo que yo, aquí, me avergonzaría de contar y hacer.

Tengo también una serie de ejercicios sobre un tema tan tabú como la muerte a los que voy a dar aire en estos días, no se todavía si en este blog, o quizás como añadido en el del profesor, donde seguramente tendrían mejor encaje.

Y he pensado en crearle un consultorio al profesor. Ya hice algún experimento creándole biografías absurdas a la gente que me lo pedía, y creo que no sería mala idea ayudarles a reirse un poco de sus propios problemas.

Como decía, el humor es necesario. Nos sitúa en un plano diferente donde los asuntos pierden su carga dramática y se quedan solo en eso, en asuntos. Nada hay mas saludable que reírse, y si se tiene la grandeza de saber reírse de uno mismo, puede ser la mejor terapia preventiva contra la propia estupidez.

Referencias:

Tenéis aquí lo que hago con el profesor, o más bien lo que él hace conmigo: El profesor Nippú Taidea.

Y ahora vamos con los que saben:

Se puede hacer humor en verso. Y se puede hacer de manera genial, como en este caso de la mano de Pedro Muñoz Seca: La venganza de Don Mendo.

No podía faltar Oscar Wilde: La importancia de llamarse Ernesto.

 

16 Comentarios

  1. Coincido contigo en la gran complicación que resulta escribir un texto de humor. Además, hay que considerar que no a todo el mundo le gusta el mismo tipo, con lo que es difícil acertar para todos.
    Si la memoria no me falla, de todo lo que he escrito tan solo he hecho un texto íntegro de humor (era un guión de corto), basado en la ironía y el sarcasmo. Aparte de eso, algunas meras introducciones de risión en los textos, pero nada más. No me considero especialmente dotado para el humor, y reconozco la grandeza en aquellas personas que me hacen reír, sea leyéndolas, viéndolas o escuchándolas.

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  2. Siempre he pensado que es mucho más difícil hacer sonreir que llorar. Por eso también me atrae tanto….por eso y porque en mi familia siempre me han enseñado a sacarle punta a cualquier situación hasta conseguir una pizca de humor. Vamos, que nos podrían haber sacado de una peli de Almodóvar

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    1. Mi tía Petra decía que aquel reloj de pared era la vida de la casa. Y de alguna forma su sordo tic-tac esta en mi recuerdo como el latido de aquellos tiempos. De la misma forma, esas risas de tu casa son la banda sonora de vuestra película. ¡Qué no falten nunca!

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  3. Como verás me he pasado por el consultorio y me ha encantado. Ahora estoy leyendo La conjura de los necios y me recuerda un poco a lo que dices de que la literatura no aspira a lograr carcajadas sino sonrisas. Realmente, antes de empezar a leer el libro pensaba que estaría todo el rato riéndome y no ha sido así. He llegado a pensar que tengo el sentido del humor estropeado, pero ahora creo que lo entiendo mejor.
    Gracias, ¡un saludo!

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    1. Conste que no estoy en contra de la carcajada, es sanisima de vez en cuando. Pero este otro tipo d humor, más sosegado y a la vez más inteligente, yo creo que juega en otra división. Cuéntame que te parece la conjura, no lo he leído y aunque ahora estoy monotematico leyendo novela histórica japonesa, ya me va apeteciendo un cambio.

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      1. Cuando lo termine, espero que esta semana, subiré una reseña, aunque se me antoja complicado. También es que últimamente cuando me pongo a leer estoy muy cansada y no leo más de 10 páginas. Estoy acostumbrada a beberme los libros y se me está haciendo un pelín largo. Ya te diré. ¡Un saludo!

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  4. Sí, tienes razón, Israel, el género humorístico es más difícil de todos, el alto pilotaje en la literatura. A mí me parece algo curioso que muchas personas (entre los actores humoristas o escritores) que se han dedicado a este género son en su vida cotidiana los hombres muy serios y aun algo pesados (posiblemente todo su sentido de humor dejan en sus obras). Las más humorísticas cosas se hacen con la cara ceñuda, las mas graciosas comedias y películas se producen también así, y si los autores dicen qie «nos reímos mucho rodando esta pelí», casi siempre el resultado es que no sale tan graciosa como les parece a sus creadores (lo digo basando en mi experiencia periodística). Todo eso nos muestra que el buen humor es un trabajo duro y no todos logran éxitos con él.

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    1. Es que el humor hay que tomárselo en serio. El tipo de la foto que puse en el articulo es Buster Keaton. Jamás lo vi reír en ninguna de sus películas, de hecho le llamaban «cara de palo» o algo parecido. Sin embargo fue uno de los creadores de un lenguaje visual que era una genialidad, cine mudo con una expresividad y una riqueza de situaciones increíble. Mejor que chaplin, para mi gusto personal. Y era un tipo tremendamente serio.

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  5. El humor es definitivamente necesario, una descarga de tensiones, una suelta de palomas en la plaza del tedio. Y también es difícil, no solo por lo que planteas, sino además, por las épocas cambiantes. Ahora miro una grabación de un programa de hace 40 años, me vuelvo a reír porque era el humor de mi infancia (mis recuerdos), pero si se lo muestro a un niño de hoy en día, pensará que éramos unos tontos al reírnos de «eso». El humor suele estar muy localizado en una época, una sociedad y un sistema de valores dado. De ahí la dificultad de quien lo escriba.

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    1. Bien cierto, Fabio, aunque hay textos que resisten muy bien el paso del tiempo, como pasa con Verne en la ciencia ficción. Es también cambiante el contexto: muchas veces él humor se basa en referentes culturales que no son extrapolables a otras zonas.

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