Diez sencillas recetas para vencer dificultades.


 

Muchos tenemos nuestras pequeñas recetas para afrontar situaciones complicadas o resolver problemas. Pienso que lo que a mi me sirve puede ayudar a otros y con ese ánimo me atrevo a compartirlas. Eso si, son MIS recetas, y no tengo mas cualificación para acreditarlas que haber vivido 50 años, así que las comparto con toda mi buena intención, pero no puedo dar garantías de ningún tipo: usadlas bajo vuestra propia responsabilidad.

1. Descomponer los problemas.

Muchas veces hacemos una enorme bola con los problemas que tenemos hasta que se convierte en algo intratable que empieza a rodar y nos persigue para aplastarnos como a Indiana Jones en la cueva aquella… pues hay que saber romper esa bola, descomponerla en sus distintas partes, porque se compone de problemas que son abarcables y tienen solución si los afrontamos uno a uno. Además, la satisfacción de resolver un problema te sirve de estímulo para poder con el siguiente.

2. Cambiar de perspectiva.

A veces estas tan enfrascado en un determinado problema que eso te impide ver la solución. Ayuda mucho salirse de ese contexto, verlo desde fuera y a veces se hace la luz. El cambio de perspectiva te ayuda a encontrar otras soluciones, o a darle su verdadera dimensión a algo que, en realidad, no era tan serio. Conviene tambien hacer como en los exámenes, saltar al siguiente problema y volver después a este, con mas moral e ideas distintas.

3. Verlo como un reto.

Si te va la marcha esto suele funcionar: en vez de verte en la obligación de resolver algo, convirtiendo el problema en una carga, piensa que hay que resolver algo y tu puedes hacerlo. Así lo conviertes en una meta. Es mucho mas gratificante trabajar con un objetivo que tratar de salir de una situacion. El feedback es muy importante: ir resolviendo partes del problema refuerza la autoestima y ayuda a afrontar los siguientes retos.

4. El autoconsejo.

¿Qué le dirías a alguien que estuviera en tu misma situación? Pues eso mismo tienes que saber decírtelo a ti mismo. No es ninguna tontería: si pones en juego toda tu capacidad de ayudar a los demás, tu experiencia y tu empatía, pero aplicadas a tí mismo, descubrirás a un gran amigo dentro de ti.

5. Cambio de escala.

Una situación te tiene realmente agobiado, tanto, que te ves incapaz de resolverla, te domina totalmente y te quedas atrapado dentro de ella. Vale, pero ¿Por qué te has olvidado de todo lo demás? Amplía la escala, compañero. Abre el campo de visión. Tienes toda una serie de capacidades, experiencias, relaciones y valores que siguen estando ahí, y si sabes colocar el problema en una escala más grande donde este en relación con todo eso otro, podrás darle su justo valor, lo harás más pequeño y tal vez así puedas dominarlo.

6. La inacción es siempre la peor acción posible.

Una cebra amenazada por un león se puede quedar absolutamente inmóvil para intentar pasar desapercibida y salvar así el pellejo, o algunas rayas por lo menos. Vale, pero, por muchos documentales que hayas visto, convendrás conmigo en que tú no eres una cebra. Ante los problemas hay que reaccionar y actuar, aún a riesgo de equivocarse, porque al iniciar una acción, aunque sea un error, has empezado a moverte en la dirección correcta: resolver el problema.

Ya que hablo de errores, son importantes no solo porque escondan una lección, sino también porque son parte de una dinámica, son algo que se han hecho, y sean útiles o no, siempre son un paso más hacía la solución. Si, creételo, un error te conduce a la solución porque… ¿quien dijo que el camino fuera en linea recta?

7. Adáptate.

Muchos hemos tenido problemas en los exámenes de matemáticas porque no leíamos correctamente los enunciados. Podías saberte las formulas de la leche y recordar todas las demostraciones y demás, pero en el examen te preguntaban eso de una forma distinta y tu, hala, a soltar el rollo sin pensarlo siquiera. Pues lo mismo pasa en la vida: A veces nos saltamos los enunciados. ¿Estás seguro de que el problema es como tú crees verlo, o es sólo cómo tú has querido verlo? Párate a pensar. Dedícale unos minutos. Mira bien el contexto, analiza los requisitos y las circunstancias. Y después adáptate al problema tal y como es realmente, y no como tu has querido que sea, y entonces igual encuentras la fórmula para resolverlo.

8. Adelanta el reloj.

Si pudiera retroceder en el tiempo unos diez años no habría tomado ciertas decisiones;.seguramente habría hecho otras cosas. Claro, a toro pasado es fácil. Porque esa es la diferencia entre experiencia y sabiduría: haber pasado ya por allí. Pues bien, si hoy te toca decidir, trata de imaginarte como veras esa decisión dentro de diez años. Adelanta el reloj, viaja en el tiempo e introdúcete en el escenario solución del problema, porque desde ahí, mirando hacia atrás, desde las consecuencias a las causas, podrás ver tu situación actual de otra forma, como si tuvieras ya esa experiencia. (lo de la sabiduría es más complicado, lo he intentado, pero se resiste…)

9. Busca, compara…

Y si encuentras a alguien que está peor, ¡bingo! podrás deshacerte de la autocompasión. Ella es tu peor enemiga. Me costó mucho trabajo que mis hijos cuando eran pequeños completaran mi frase «llorando no se arregla…» con la palabra «..nada», hasta que se convirtió en un tic, algo espontáneo que acabó con las pataletas y las tonterías. La compasión, especialmente la compasión hacia uno mismo, anula los mecanismos que necesitamos para reaccionar, superarnos y vencer las dificultades. Y no hay mejor forma de vencerla que darte cuenta de que tus problemas no son nada comparados con los de otros. Si tienes algún amigo minusválido comprenderás de que te hablo: su ejemplo de superación es una medicina radical para muchas de nuestras preocupaciones de andar por casa.

10. Habla.

Tienes a tu alrededor a personas dispuestas a trabajar contigo en equipo para resolver tus problemas. Si, los tienes. Y si no sabes darte cuenta de eso, ademas de tus problemas ya tienes otro GRAN problema. Para poder continuar, quedamos en que tienes a esas personas ¿ok?

Pues habla. Cuéntales. Primero, porque el mero hecho de esforzarte en contar tu problema hará que estructures mentalmente la situación y la veas de una forma distinta, mas organizada y más clara (a veces solo con hacer esto ya resuelves algunos problemas), segundo porque al compartir tu problema te liberas en parte de la carga emocional del mismo, lo compartes y pesa menos, y tercero… si, por lo que estabas pensando: cuatro ojos ven mas que dos.

Espero que estas ideas os puedan servir de ayuda. Son algunas de mis pequeñas recetas, parte de esa cajita de herramientas que me ayuda a transitar por la vida.

17 Comentarios

  1. Hay una hermosa palabra que es «deconstruir». No tiene nada que ver con destruir, no. Es: desarmar algo en sus elementos constitutivos, y volverlos a armar pero de otra forma inimaginada. Los resultados son sorprendentes. Más, si se trata de cambiar el juicio de valor sobre una persona «difícil».

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  2. ¡Muy útil el post! Para el autoconsejo también sirve escribir el problema y el consejo en tercera persona y leerlo al par de días. Todo el mundo es capaz de aconsejar a alguien externo y así te parecerá que no eres tú mismo al que aconsejas.
    ¡¡Un saludo!!

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  3. Me confieso gran seguidor, sobre todo, del consejo número 6. Nunca he sido capaz de no hacer nada. Mejor equivocarse al hacer algo (ya se verá luego si se deshace el entuerto) que lamentarse por no tomar una decisión.
    ¡Un saludo!

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    1. Gracias a ti por compartirlo, dar consejos a ciegas siempre es arriesgado porque es imposible saber quién los lee y en qué situación se encuentra, pero confías en la posibilidad de que haya alguien a quien les puedan servir de ayuda.

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      1. Hace unos años «descubrí» que, como no soy único, lo que me preocupa a mí le va a preocupar también a much@s otr@s más en mayor o menor medida. Una de tus recetas es hablar, en el camino encontramos gente con quien pensar en equipo. No estamos tan solos como creemos.

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