Ceci n’est pas une histoire.


El arco, al alzarse presto de las cuerdas, dio en su parábola por alcanzar la página que, ya sumisa, no se fugará de la partitura. Bach, elíptico y distante, resistió aferrado a un larghissimo infinito que se quebrará si no regresara, o acaso brillará, tal vez, de entrar a tempo. Albert, perdido en nuevas cavilaciones, apenas recuerda el abrupto final del pentagrama, cuando llegó a temer por el compás y se dijo ¡lo harás!, y lo hizo, con un certero movimiento del arco; ahora le gratifica porque logró ese tempo giusto y nadie notará el lapso, al menos nadie en este mundo.

Pero Bach se lamenta: el calderón ha sido eterno. Barrunta que, si sus adagios son en realidad allegros para el físico, por tal desajuste de seguro le verá envejecer compás a compás. Le inquieta. ¿Qué hacer? Él dominaba esta materia, mucho más que ese violín, pero Bach no es de este mundo, ¿Cómo le podrá preguntar?

Albert, inspirado, siguió transitando armonías que hacían saltar las notas del papel, tocando el canon con tal pasión y gravedad que Bach presiente que no percibirá la anomalía. El final se acerca. Las notas se suceden, stretto la cuerda y ritenuto el papel, hasta un horizonte inexorable, justo allí donde Bach, desesperado tal vez, dejó antes de morir las palabras “da capo”, las mismas que acaban de provocar que Albert se disponga a probar su destreza volviendo la página con un certero y sutil movimiento del arco.


¿Una historia de 250 palabras que trate sobre el tiempo? Esta es la propuesta de Marta Navarro en El Tintero de Oro, y viene a ser como dejar un caramelo a la puerta de un colegio. Recogido el guante, vienen las preguntas. ¿En que contexto existe un rico vocabulario sobre el tiempo? ¿Quién dominó el tiempo con absoluta genialidad? ¿Y quién lo domesticó, atándolo al propio universo? ¿Qué sentido tiene el tiempo en la narrativa? ¿Cuántas facetas tiene en una historia escrita? ¿Qué palabras plasman el tiempo, el movimiento, el discurrir de las cosas, mucho mejor que esa foto fija que son los adverbios? ¿Cómo huir de tópicos y lugares comunes cuando el tiempo es omnipresente en la literatura?

Y, sobre todo, ¿Cómo hacer un cóctel con todas estas cuestiones en unas pocas palabras?

Desde luego, no en una historia. Por eso no la he escrito, y tu no la acabas de leer.

Abrazos, y muchas gracias.

25 Comentarios

  1. Hola, Isra, el tiempo pero en la forma tempo, que se suele decir en música, parte del ritmo y se ajusta a la melodía que va marcando su sino mediante las respiraciones de cada frase. Desde mi punto de vista, ese «tempo» marcado a fuego al inicio de cada partitura forma parte de una tiranía propuesta por el propio compositor que, no ajeno a normas, no sabe cómo romperlas, o mejor dicho, hacerlas suyas. Aquí, con certeras palabras, das muestra de esa tiranía y de como el propio compositor no ve a buenos ojos el adagio del que el intrérprete propone ni las reglas que los físicos marcan. En la época de Bach todo era más difícil para estos aspetos, pues el intérprete era muy libre de hacer lo que quisiera en la obra, incluso Mozart escribía sin articular las frases, dejando al intérprete esa tarea. La modernidad ha caracterizado más el tempo a favor del compositor, incluso genios como Stravinsky deja notas al inicio de sus obras recalcando que si el intérprete encuentra una cagada de mosca en la partitura la ha puesto él mismo y debe de ser igualmente interpretada.

    Por otro lado, me ecanta cómo has bailado con el tiempo, prestando los nombre musicales, cambiando el punto de vista del narrador, mostrando las disconformidades y ese Da capo que redime intérprete (pues tiene una nueva oportunidad de hacer las cosas de otro modo) y consuela a compositor (pues da otra oportunidad al intérprete)

    Felicidades por el trabajo. Me encantó.

    Un abrazo

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    1. Muchas gracias por este comentario que valoro en mucho. No paso de ser un mero aficionado a la Música, y me basta con esa mayúscula para especificar qué música. Bach escribe dos notas, solo dos, para armar el segundo movimiento del tercer concierto de Brandemburgo. Las he escuchado de varias formas, distintas, y sin embargo coherentes con lo que escribió el autor. El primer y tercer movimiento son para mi matemática en su estado más hermoso posible. Todo Bach, en realidad. Pero esas dos notas son creatividad, incluso caos, propuesto por el autor para que el intérprete en cada caso descubriera una solución al problema de la transición entre los otros dos movimientos. Una genialidad, otra más, del autor de la banda sonora de mis mejores momentos. Reconozco esta idea también en tus palabras. La podemos trasladar a la narrativa. Pues una historia, igual que una pieza musical, solo Es cuando el lector, o el oyente, la reinterpreta en su interior: cuando la percibe con sus sentidos y la hace ser en su entendimiento y en su imaginación. Ya sea un escrito ramplon como el mío, o una partitura increíble como las que he comentado, solo tienen sentido cuando se captan, comprenden, y completan.
      Pero si, además, el lector te devuelve eso, si te habla de lo que ha experimentado, si te muestra el verdadero parto que tu has provocado, el círculo se completa. Y te enriquece. Te muestra otra solución al problema del segundo movimiento. Y esas palabras hablan de ti, y de él, de lo que tu has escrito y el (o ella… ¿quien eres?) ha sentido. Hablan de la obra completa. Son valiosísimas: ayudan a entender, a aprender, a mejorar, a veces incluso a disfrutar de todo el asunto.
      Valen oro.
      Mil gracias, y otros tantos abrazos.

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  2. Estupendo relato, Isra!! Me ha encantado esa mezcla entre el tempo de Bach y el tempo de Einstein. A fin de cuentas, el tempo puede ser relativo tanto en física como en música. Un abrazo.

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  3. La música y su tiempo, el tiempo marcado en compases, precioso relato, me ha encantado, como amante de la música que soy me ha parecido una perfecta elección para el desafío, saludos.

    PATRICIA F.

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  4. Le has sacado al tiempo todo su significado, al menos referido al sentido que le da la mente humana. Y lo has mostrado de un  modo completamente original; a través de la música. En ella es donde el tiempo es de lo más significativo. El músico tiene su propio “tempo”, completamente distinto al marcado por Bach. Y es que eso es “interpretar” musicalmente, una interpretación que no deja de ser personal. Otra cosa es que el auditorio lo apruebe. Seguramente prefiera el “tempo” bachiano, que para eso es un músico universal bastante acoplado a una armonía universal… Pero la música es un placer y nuestro sentido del placer también depende de nuestra propia percepción del tiempo, del ritmo ¡y de la memoria! He escuchado piezas de Bach en dos versiones; una muy rápida y otra lenta. No sé cúal me gusta más. Finalmente es la primera versión que escucho con la que me quedo, lo que indica que la memoria juega a favor de nuestras elecciones…

    Me ha gustado mucho tu “versión” o interpretación literaria del tiempo, además serena, acompasada más a la verdadera intención del gran músico que a la del intérprete, porque no se puede, ni se debe, leer deprisa. Y en una segunda lectura podríamos pensar que Bach es Dios que nos marca unos compases… y el músico el hombre que los interpreta a su manera…

    Abres preguntas después…

    Seguro que no acierto, pero me atrevo a decir que el tiempo abarca más palabras en el ámbito práctico: el clima, la agricultura, la edad. Cosas que interesan a todos. Filosóficamente es un dulce, pero sólo para algunos.

    ¿Supongo que Einstein con su relatividad?

    En la narrativa el tiempo creo que es tan importante como en la música. Cada trama requiere su propio “tempo”. No se pueden describir emociones a toda velocidad ni se puede uno demorar contando las telarañas de la selva cuando hay acción, p.e.

    En una historia el tiempo es físico y objetivo, y también subjetivo. Lo marca el personaje, su interior, o lo marca el autor al precipitar o no acontecimientos, al intercalar los sucesos de su trama. Ese equilibrio entre los hechos que narra marca el tiempo de la historia. Pero hay más facetas que ahora busco si alguien las describe… o tú mismo.

    Sin duda, los verbos… ¿son los encauzadores del tiempo…?

    Huir de lugares comunes… Creo que la originalidad la lleva la visión propia del autor, incluso aunque narre la misma historia mil veces contada.

    Me has dado que pensar; has abierto un bonito coloquio. Estoy deseando leer otras respuestas.

    ¡Un abrazo!!

    Maite (Volarela)

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  5. Hola Isra. Un instante de tiempo que es una eternidad, un juego entre la música y el mundo tangible que perdura y se alarga hasta dar con la tecla justa, con el compás adecuado. Y es que un segundo puede ser un suspiro o una eternidad. Un abrazo.

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    1. Mil gracias Jorge por tus palabras. Me quedo con tu última frase porque es algo que he querido plasmar en el relato; de hecho, quise que el último párrafo fuera una sutil metáfora de ese concepto, pues el acercamiento inexorable al final de la página quiere representar la entrada a un agujero negro, siendo el borde de la página el horizonte de sucesos y materializando la distorsión relativista del tiempo, Bach y Albert, observador y viajero a velocidad próxima a c, hasta que resuelve en una paradoja, una singularidad, donde (cuando) el tiempo del relato vuelve al inicio (esto último ya no es física, pero tenia que reforzar la idea).
      Esa pequeña locura es la que da sentido al relato, y esta vez no me he esmerado nada en dejarla a la vista. Sin ella puede que funcione, con ella la historia es definitivamente otra. Gracias por (casi) descubrirla!
      Un abrazo.

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    1. Muchas gracias, Macondo, no se podía decir más con menos palabras: ese verso de Lope de Vega habla de lo que has interpretado de mi texto, en el que traté de jugar con el tiempo narrativo, los tiempos verbales y el tiempo real que es, en este caso, una paradoja. Algo hay de metanarrativa (¿es adecuada esta palabra?) en cierto sentido.
      Un abrazo.

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  6. Hola Isra, tu relato no decepciona, cada vez que participas nos das una clase sin quizás pretenderlo. Me encantó cómo tejes la historia por un lado con el ingrediente música y por el otro con el ingrediente física, o ciencia o como quieran llamarlo. Me pareció muy ingenioso. Enhorabuena.

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    1. Muchas gracias, Ana. No soy nadie para enseñar, solo mostrar lo que voy aprendiendo, muchas veces de leer vuestras historias. Las tuyas, por ejemplo, siempre tienen incrustado ese impulso de experimentar y mejorar, es algo que se nota y se agradece mucho.
      Un abrazo.

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  7. Cómo dices que no has escrito una historia, debo haber leído uno de los sacramentos… Fuera bromas aplaudo tu maestría para mezclar tiempo y genios de la música. Un abrazo

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  8. ¡Menudo micro, Isra! Un salto genial en el tiempo para enlazar a Einstein con Bach y dar forma a una historia muy metafórica que deja muchas preguntas en el aire. Me encanta como has logrado entablar ese diálogo entre música y física tan potente en un tiempo desdibujado y casi mágico. Fantástico tu relato. Me ha gustado muchísimo.

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  9. Hola, Isra, un micro ingenioso y bien trabajado desde la perspectiva musical y la contrapartida científica. Lo cierto es que el tiempo no tiene límites, ni forma ni fondo, solo tiene compas, y esta es su única arma de ataque y defensa.

    El tiempo es muy parecido al oxígeno, ambos marcan las pautas de la vida, solo que mientras uno nos la da, el otro nos la quita.

    Genial aporte Isra.

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  10. Hola, Isra, un micro ingenioso y bien trabajado desde la perspectiva musical y la contrapartida científica. Lo cierto es que el tiempo no tiene límites, ni forma ni fondo, solo tiene compás y esta es su única arma de ataque y defensa.

    El tiempo es muy parecido al oxígeno, ambos marcan las pautas de la vida, solo que mientras uno nos la da, el otro nos la quita.

    Genial aporte Isra.

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  11. Hola, Isra.

    Con qué genialidad has querido domar al tiempo uniendo música y física, con dos genios que «algo» sabían del tema.

    La verdad es que el tiempo sí que es un dios, no el de mi maqueta. Nos controla inexorable e, incluso, con crueldad. Como insinúas, en la música, así como en la literatura, dicta las normas de la narrativa y nos permite adentrarnos en ella mucho más intensamente que las propias notas o las palabras.

    Aparte de los términos italianos, que expresan mucho más de lo que se traduce, me encanta como has pintado con sutiles pinceladas físicas el texto: el movimiento parabólico y elíptico, el horizonte infinito con delicada anomalía, los universos paralelos en donde Albert y Johann seguro que todavía están dando guerra (porque no son de este mundo)…

    Un relato que hay que releer muchas veces para sacarle su jugo. Desde luego, no has escrito una historia, lo que acabo de leer es todo un homenaje reflexivo sobre la música, la física y el tiempo.

    Enhorabuena, amigo. Un trabajazo formidable, digno de un genial relojero de las letras.

    Abrazo grande.

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    1. Muchas gracias, Jose. La verdad es que he querido enterrar más cosas ahí, a veces meros guiños, otras solo intenciones. Por ejemplo, sobre el tiempo narrativo, jugando con el flashback que queda (creo) sincopado, esos verbos que saltan entre pasados, presentes y futuros, la gigantesca elipsis que es bach en esta historia… y una gigantesca metáfora de proporciones cósmicas.
      Como historia apenas funciona, es como cuando quieres meter demasiados calcetines en el mismo cajón, pero me he divertido sembrando este campo de minas!!

      Obviamente, y pese a Magritte, pasará desapercibido. Como el mismo tiempo…

      Un abrazo!!

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