Leer, leernos.


Supongo que es un lugar común recomendar la lectura de los grandes clásicos como medio para aprender a escribir. Leer para aprender, además de por el puro placer de leer.

Pero ¿solo grandes obras? ¿Por qué? 

Cada día os leo pequeñas grandes obras. De las que aprendo, y mucho, de diversas maneras.

Porque son creaciones en un camino paralelo al mío, y a través de ellas capto (o lo intento) resultados de distintos procesos de aprendizaje, y peldaños interesantes de carreras ascendentes. 

También porque busco mis fallos en vuestros escritos, comparo, contrasto técnicas e ideas, pero sin envidias ni afán de superar, al contrario, desde la modestia, porque para aprender hay que saberse mejorable y reconocer las propias carencias que es precisamente lo que hay que trabajar con más ahínco.

Vuestros textos, puede que a diferencia de los grandes clásicos, traen ideas frescas, intentos que no reconocería un autor consagrado, y no porque sean más o menos logrados pierden ese arrojo de quién no tiene nada que perder y arriesga. No esperéis eso de un Nobel.

Y sobre todo porque es como compartir ideas con un compañero de clase: esa cercanía, esa comprensión mutua, nos desinhibe y nos iguala, y hace que nos leamos con la expectación de llevarnos la alegría de que alguien que conoces ha escrito algo muy bueno. 

Porque os leo cosas muy buenas, y otras que son el germen de cosas muy buenas, y aprendo de vuestros errores y me alegro de vuestros éxitos. Siempre lo digo en el entorno laboral: cuando un compañero promociona, el mensaje más importante es que tú puedes ser el siguiente. En este mundillo, cada vez que alguno de vosotros pública un libro, pienso para mí: mira, ¡se puede! 

Joder, ¡si cuando publicáis siento como si el libro (y el esfuerzo, y la satisfacción, y las horas de trabajo, y los sinsabores, y la ilusión…) fueran míos también!

Por supuesto que leo clásicos, y los releo, y trató de leer un poco de todo, pero sitúo vuestras cosas a la misma altura: escritos que disfruto y de los que aprendo. 

Sé que comento poco, y que a veces miro tantas entradas que ni tiempo para darle al me gusta (si realmente me gusta, no los regalo), pero quiero que sepáis que os leo, y me encanta. 

¡Muchas gracias por escribir!

6 Comentarios

  1. No sé si se deban mezclar ciertos conceptos, a la vista de las sangrantes matemáticas:
    Antes, escribían cinco y leíamos un millón.
    Ahora, escribimos un millón y no llegan a cinco los que leen.
    Lo interesante sería saber si este cambio es una «evolución» o una «involución» desde el punto de vista de que alguien se exprese y el otro tenga tiempo y disponibilidad para entender lo que ha sido dicho.
    Frente a una pantalla, nunca parece haber tiempo para releer algo hasta entenderlo, cosa que no pasaba con los tochos que todos hemos leído.
    ¿Caso triste?…No, premonición de lo que vendrá después: la meméz más tecnológicamente pragmática. («No sé de que me hablas PORQUE no ha sido suficientemente viral para que mi Ultimatefuckyou apps me avisara»)
    ¡Si el mundo ha sido siempre una caca, lo del futuro próximo va a ser de aupa!
    ¡Felices calores, amigos!

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  2. Me siento identificado en este simple y acertado escrito.
    A veces, nos encontramos con escritos que nos conducen a un estado tan satisfactorio como el experimentado por alguien que, pasando más hambre que una musaraña sin patas, tiene la ocasión de untar un mendrugo de pan sobre la yema de un humilde huevo frito, es decir, disfrutarlo con los cinco sentidos.

    Saludos

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  3. Coincido contigo. Me sorprendo cada día con mucho de lo que leo por aquí y lo mínimo que puedo hacer es dejar un comentario animando a seguir. Creo que saber que alguien, aunque solo sea una persona, te lee ayuda muchísimo a continuar y mejorar.
    Besacos!

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  4. Qué interesante leer esto, concuerdo contigo, confieso que muchas veces me he quedado muy sorprendida de lo aquí leo, tampoco soy de comentar mucho ni de quedarme mucho tiempo en un lugar. Gracias por la sinceridad.
    Un abrazo.
    Patricia.

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    1. Gracias a ti por comentar, me pasa igual, leer y admirar las grandes obras puede minar la autoestima: «yo jamás podré llegar a escribir así». Mal asunto. No se trata de llegar a ser un genio, solo de llegar a Ser. De ser capaz de sacar lo mejor de uno mismo. Hay mucha gente que se esfuerza por conseguirlo y merecen saber que no están solos. Solo eso, que no están solos.

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