¿Y si ya existiera la vacuna?


Tranquilo, querido lector: al asomarte a este texto no te estás exponiendo al mágico influjo de las especulaciones de un iluminado cualquiera. Solo pretendo hacer brotar en ti una idea, siguiendo un argumento y usando como única herramienta el sentido común. Arduo propósito, ¿cierto? Vamos a ello.

Es un hecho conocido y documentado que esta pandemia se ceba especialmente con las personas más mayores. Sabemos que los niños pasan la enfermedad casi sin enterarse, la mayoría asintomáticos. Sabemos también que afecta en mayor medida a personas jovenes y de mediana edad, en las que suele cursar como una gripe más o menos agresiva para el estado de salud. Esta situación se agrava lógicamente en personas inmunodeprimidas, aquellas que por su estado general o por padecer otras patologías son menos resistentes al ataque de este virus.

Pero es un hecho que creo podemos dar por sentado que la enfermedad del coronavirus es mucho más virulenta, llegando a ser mortal, en personas de avanzada edad. Perdona lo insensible de todas estas palabras, pero no quiero caer en un exceso de dramatismo; tratar de ser objetivo hace que me obligue a contemplar los hechos con cierta frialdad y distancia.

En principio es lógico que esta enfermedad, como muchas otras, sea más perjudicial en los ancianos. Es lo que dicta el sentido común: sistema inmunológico más débil, envejecimiento, otras patologías, etcétera.

Sin embargo, al echarle un vistazo a las estadísticas, llama mucho la atención que se agrave de tal manera en relación con la edad. La curva se vuelve tan ascendente a partir de los sesenta o setenta años de vida que invita a pensar en razones adicionales. Ademas de esto, el propio curso de la enfermedad presenta algunas incógnitas, al menos para los profanos como yo. Por lo que he leído, la mortalidad por Covid está asociada con una grave neumonía que, por razones que medio mundo está estudiando, acaba causando una especie de colapso en el sistema respiratorio que en ocasiones llega a resultar fatal para el paciente.

Es momento de presentarme mi planteamiento de partida: ¿Es posible que, además del envejecimiento o su estado físico general, exista un hecho diferencial entre las personas de más edad que haga que sean menos resistentes al virus?

Lo formulo de otra manera: ¿Qué hace que una persona de 70 u 80 años tenga mucho mayor riesgo frente al Covid que otra de 50 o 40 años?

Y ahora te presento la hipótesis: ¿Sería posible que esa diferencia estribara en las vacunas que se pusieron o no durante toda su vida?

Vamos a argumentar. Una persona que hoy tenga, por ejemplo, ochenta años, nació allá por los años cincuenta del pasado siglo. La que hoy tiene cuarenta nació en los años ochenta. Entre los años 40 y los años 80 cambió mucho la medicina preventiva, y específicamente la vacunación. Durante el pasado siglo fueron apareciendo progresivamente vacunas contra diferentes enfermedades como la propia gripe, la tuberculosis, la poliomielitis, el tifus y toda una serie de otras enfermedades. Su aplicación fue, del mismo modo, progresiva; no en todos los paises se aplicaron de la misma forma, ni al mismo tiempo, ni a los mismos sectores de población. Algunas se aplicaban en la infancia, otras durante el servicio militar, en algunos lugares se retiraron vacunas que ya parecían innecesarias mientras que en otros se mantuvieron (con resultados inesperados, por cierto).

En definitiva, a esa persona de 40 años le pusieron más vacunas que a la de 80, le pusieron otras vacunas distintas y posiblemente se las pusieron en otro momento de su vida.

En estas condiciones, creo que existe la posibilidad de que exista alguna relación entre estos dos hechos, y que merecería la pena, si no se está haciendo ya, analizar datos históricos de vacunación en busca de indicios que tal vez pudieran dar resultados útiles en la lucha contra este virus.

4 Comentarios

    1. Seguro que es una de las muchas variables que estarán analizando expertos en todo el mundo. Hoy he leído que han dado con biomarcadores fiables en análisis de sangre para detectar las personas más sensibles al ataque del virus. La ciencia medica esta peleando duro esta batalla, tenemos que confiar en ellos, terminaran con dar con soluciones.

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