Equilibrios.


Creo que la vida en realidad es una búsqueda constante de equilibrios. Y esta búsqueda está tan presente en cuanto somos o hacemos que apenas nos damos cuenta de ella.

El primer gran logro de nuestra infancia es aprender a caminar. Pronto se convierte en algo tan cotidiano que no apreciamos el milagro de andar erguidos, en un complejo equilibrio por cuyo concurso nuestro cuerpo se sostiene y se desplaza únicamente sobre dos piernas. Lo hacemos de forma inconsciente, se convierte en algo tan natural que ni siquiera nos cuestionamos su funcionamiento o su necesidad. Sencillamente, andamos.

Algo similar sucede con nuestra propia existencia; soñamos, nos esforzamos y trabajamos para lograr el equilibrio en los aspectos más diversos, y una vez los alcanzamos, esos estados en equilibrio nos parecen sólidos, y entonces los manejamos de forma inconsciente, nos preocupamos de otros asuntos y dejamos de apreciar su verdadero valor. Trabajo, familia, bienestar, los propios principios y creencias, la salud y todo aquello que constituye nuestro ser surge del equilibrio entre fuerzas contrapuestas, entre ideas encontradas, entre la actividad y el descanso, entre todo tipo de factores que considerados uno a uno son desestabilizadores pero que, en su conjunto, resultan en esos valores sólidos que estructuran nuestra existencia.

De hecho, creo que sobrevaloramos todos esos factores: el amor, la enfermedad, la prosperidad, el cansancio, la felicidad… ¿acaso tienen sentido sin sus respectivos opuestos? ¿Como serían nuestras vidas si solo nos quedáramos con lo positivo y pudiéramos deshacernos de todo lo negativo? Si la felicidad completa consistiera en la total ausencia de problemas, de alcanzarla, ¿no acabaríamos generándonos nuestros propios problemas?

Si, creo que les concedemos demasiado valor a todos estos que ingredientes de la receta de nuestra existencia, positivos y negativos, cuando lo verdaderamente importante es el equilibrio entre ellos, ser conscientes de que ese equilibrio, como todos, es un estado inestable y cambiante, y tratar de caminar con paso firme por nuestras vidas.

Asumir cada uno de esos componentes como parte necesaria y esencial de nuestras vidas nos ayuda a gestionarlos, a disfrutarlos o padecerlos, sin perder el equilibrio, por mucho que a veces se mueva la cuerda.

2 Comentarios

  1. El equilibrio entre realidad y ficción depende de cuan libre sea nuestra imaginación. Es una línea infinita que, cuando sueñas, cruzas y no te importa porque el equilibrio está en lo que sentimos no en lo que nos digan los demás.
    Saludos 🙂

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