Ecos de Umberto Eco


Yo soy muy dado a releer. Hay libros que he leído varias veces; me encanta volver a ellos cuando creo que lo necesito o me apetece. Creo que podría hacer un ranking muy personal de los libros que me gustan en función de las veces que los he leído.

Hace poco he terminado de leer por tercera o cuarta vez «El nombre de la rosa», de Umberto Eco. Como me sucede con todos mis otros queridos y manoseados libros de cabecera, las sucesivas lecturas fueron bien distintas.

En la primera lectura me dejo llevar, le doy toda mi confianza al autor y le permito que me conduzca por su mundo y su historia. Creo que hay que leer con fe, de la misma forma que hay que asistir al espectáculo de un ilusionista creyendo en su magia y disfrutando del acto.

La segunda lectura es más crítica. Volviendo a la metáfora del mago, ahora sí se trata de descubrir los trucos. Y esta relectura a la vez produce más deleite: como ya se conoce la trama, y por tanto ya se sabe el «qué», puede uno concentrarte en el «cómo» y también en el «por qué». Esta lectura tiene mucho de aprendizaje, de recrearse en los pasajes más elaborados, de pergueñar la estructura interna de la obra, de tratar de adivinar las intenciones del autor y de aprender de él a través de su obra.

Esta segunda y las posteriores visitas al libro, despojadas ya de la presión de desvelar la trama, se disfrutan quizás con mayor intensidad, pues uno puede recrearse en la lectura y saborear con intensidad cada pincelada del autor.

Las siguientes lecturas obedecen al gusto o la necesidad de volver a contemplar una gran obra. A veces no son completas, sino que responden a darse una nueva oportunidad de degustar un capítulo concreto y recuperar esa emoción que produjo la primera vez. Como volver a besar a tu pareja, siempre es lo mismo pero siempre es distinto. Hay otros motivos, como cuando necesito una pequeña catarsis, por ejemplo, y me la provoco con el regreso de Edmundo Dantés y su providencial rescate de su antiguo y fiel patrón, páginas conmovedoras donde las haya. Hay quien se toma un par de gin tonic o quien se infla a helado de chocolate. Es cuestión de gustos. Lo mío no engorda.

Y a veces estas nuevas lecturas deparan sorpresas, como es el caso de la que provoca este escrito. Hasta ahora había leído y releído mi viejo ejemplar de «El nombre de la rosa» publicado en el año 83, amarilleado por el tiempo y desgastado por mi devoción lectora, pero esta última vez recurrí a una edición en ebook. Formato que, para mi sorpresa, incluía una addenda del propio autor explicando el proceso creativo que parió tan hermosa criatura.

Palabras que yo no conocía y que han sido tremendamente reveladoras. Saber, por ejemplo, que la necesidad original partió de su intención de «matar a un monje», se entiende que en la ficción, o conocer que le llevó todo un año de trabajo documentarse, crear una miríada de personajes de los que solo utilizó una pequeña parte en la novela, diseñar el complejo y cuidado laberinto o entregarse al arduo trabajo de localizar manuscritos de la época, son hechos que le dan una nueva dimensión a este gran libro.

Sirvan pues estas palabras como sentido agradecimiento por estos maravillosos ecos que me acaban de llegar del recientemente fallecido Umberto, para mí una de las mayores pérdidas del año que termina. Umberto Eco, un grande de este ingrato oficio por su creatividad y por su inmensa aportación a la lingüística, la filosofía o la semiótica, ¡tan grande que nunca le dieron el premio Nobel!

Pero mi personal premio lo tiene bien ganado, aunque solo sea por todas las veces que he leído, y disfrutado, su libro.

35 Comentarios

  1. Sugerencia «La misteriosa llama de la reina Loana», de Umberto Eco también.
    Copio literalmente un pequeño párrafo de la contraportada:
    «Jugando con la nostalgia y la ironía, Umberto Eco ha convocado en «La misteriosa llama de la reina Loana» todos los colores del pasado para contarnos la vida de un hombre que, buscando saber quién es, encuentra lo que todos fuimos.»

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  2. ¡Magnífico post!
    Esos libros que lees y vuelves a leer, y siempre te sorprenden con un nuevo matiz, que se adaptan constantemente a los cambios en tu vida o en tu alma… esos son los verdaderos clásicos (o merecerían serlo).

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  3. Entiendo perfectamente tú postura y la comparto, hay libros que los leo y los vuelvo a leer a lo largo del tiempo por el placer que me deja su lectura y cada vez que lo hago descubro algo nuevo, como si no hubiera estado las anteriores veces ahí, es curioso, pero es algo que me encanta, el leer, el descubrir cosas nuevas en cada lectura y el vivir nuevas historias cada vez que leo un nuevo libro. Curiosamente el Nombre de la rosa es uno de mis libros preferidos y de los que he leído un par de veces y visto su versión cinematográfica, con Sean Conery como protagonista otras tantas. Un abrazo.

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    1. Muchas gracias, compartimos estos gustos e ideas, y creo que muchas personas mas. Me alegro de haber atinado en despertar el recuerdo de este gran escritor en todos vosotros, realmente lo merece. Un abrazo,

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  4. Uno de mis libros de referencia, como también confesé hace poco en una nominación entre blogueros. Disfruté tanto cada palabra, cada frase, cada descripción, que poco me importó al final descubrir quien era el asesino.
    Lástima que mi ejemplar quedara en una estantería entre un montón de libros… prometí volver por él y releerlo un día
    Excelente post. Un saludo

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    1. Es de los pocos libros que disfrutas más cuando ya sabes cómo termina. Un abrazo, y gracias por tu comentario, que no merezco: es muy fácil hablar bien de un libro/autor que nos gusta a casi todos.

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  5. Me quedo con el Nombre de la rosa. Gran libro muy bien contextualizado, por cierto. Yo ss que tengo la manía de criticar mucho las novelas históricas y esta merece un aplauso.
    Un saludo 🙋

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    1. Lidia! No me esperaba eso de ti!😂😂😂😂

      En serio, Yourcenar, Robert Graves… No son de aplauso, no, sino de ovación a tres manos!! Hay muy bien material en el género, aparte lógicamente de mucho best seller. Yo en histórica distingo la paja del grano por un criterio muy peculiar: si no han hecho la película, entonces a lo mejor el libro es bueno.

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      1. Robert Graves también me gusta, pero en ensayo, no en novela. Soy un pelín especial para las novelas históricas 😅😅
        Pues esa técnica que me comentas no me ha funcionado a mí! Jajaja De Tolkien, por ejemplo (y haciendo alusión al comentario de Lord) me quedo con las películas, pues los libros son soporíferos 😉 Ya sé que no son el mismo género pero qué más da… es solo un comentario!! 😀😁 Un abrazo

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        1. Pues te recomiendo a Graves, si te gustan «los mitos griegos», te tiene que gustar «el vellocino de oro», muy entretenida, y con personajes muy humanos, sobre todo Jason, un antihéroe en toda regla, o el propio Hércules, al que manda a hacer calceta sin cortarse un pelo. Nada que ver con el maniqueísmo de los clásicos, o de Tolkien sin ir más lejos.
          Y de «yo Claudio» ¡qué te voy a contar!

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  6. Eco… qué grande (aunque reconozco que, de sus novelas, me falta por leer la última, «Número cero») en sus facetas de ensayista y creador de ficciones. ¡Cuántas veces he defendido la prosa que gasta en «El péndulo de Foucault». Como tú, también he leído cuatro veces «El nombre de la rosa». Hace varios años ya de la última, por cierto.
    Y es que cada vez me siento menos proclive a releer, pese a que este año que ya acaba lo he hecho con las obras de Tolkien (y me arrepiento, pero eso es otro cantar), porque el tiempo que se nos es dado es finito, y la lista de lectura no hace sino crecer, pareciera que a la misma velocidad de expansión del Universo…

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    1. Coincido con la prosa del pendulo, aunque este solo lo he leído una vez, hace años. La isla del día de antes se me atravesó un poco, la verdad, y en cuanto a los ensayos pongo la excusa habitual: prefiero esperar a que estrenen…
      En cuanto a las relecturas de Tolkien, algunas llevo, la verdad, pero las películas me hicieron pedazos el imaginario que creé de niño y ya no es lo mismo.
      Por cierto, hace poco empecé a leer una cosa llamada «la espada de samsara» o algo así, y a las pocas decenas de páginas me di cuenta de que estaba tragándome un mal plagio de Tolkien y me sentí tan estafado que lo mande a la papelera. Y gracias, porque ganas ¡me dieron ganas de reclamar las dos horas de mi vida que me habían robado!
      ¿Cómo es posible que semejantes bodrios estén en las listas de los más leídos? Dan ganas de rayarle el coche con una llave al autor… al que saludo cordialmente si por casualidad me está leyendo…

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      1. Por partes:
        A «La isla del día de antes» no sé si considerarla de Eco (sí, ya sé que sí :D) porque me aburrió hasta decir basta. Y luego, un poco más. Pero entre el resto de bellas rosas, es un cardo nada más…
        La penúltima relectura de Tolkien la hice inmediatamente después de ver «El retorno del rey» en el cine, y no entró en conflicto una cosa con la otra (siempre he tenido claro que ambos vehículos artísticos utilizan lenguajes diferentes), pero me da que la combinación de múltiples visualizaciones de la trilogía y el peso de los años han hecho que, como a ti, cayera un mito (salvo, curiosamente, «El Silmarillion», del que incluso muchos fans dicen que es un coñazo)
        Las copias de Tolkien, en algunos casos escandolosas, proliferaron sobre todo en los 80. Pero aún salen, cierto. La fantasia, sin embargo, es un género que ha demostrado que no está agotado, y la renovación estilística y argumental desde finales de los noventa así lo prueba. Lo que pasa es que hay mucha fantasía, y, por una mera cuestión de estadística, te vas a encontrar plagios descarados, obras menores y demás (no sigo, que yo escribo fantasía, no se me vaya a colgar… aunque intento moverme en parámetros contemporáneos y originales, el peso de las lecturas siempre existe 😀 )
        ¡Saludos!

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    2. No me extraña que te arrepientas de leer a Tolkien!! El tío fue calaz de crear todo un mundo, con sus razas, lenguas y mitologías, pero su narrativa es de la espesor del turrón! Y que quede claro que me encanta el universo Tolkien pero…

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      1. Completamente de acuerdo. Pero date cuenta de que, en realidad, de lo que me arrepiento es de haber hecho… ¡una cuarta relectura! Las tres primeras me gustaron. Esta última, debe ser la edad y la variación en gustos y filosofía de vida, no.
        Salvo, como le digo a Isra, en el caso de «El Silmarillion», ese que tiene la prosa más pesada que llevar un cerdo al cuello. Que me siguió gustando. Anda que…

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        1. En serio? 4 veces? Y el q más te gusta es ese?!?! Yo no pude con el Silmarillion, era un suplicio de nombres interminables… Lo tuve que dejar. La trilogía la terminé pero con esa sensación de pesadez!! Jajaja 😉

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        2. Interesante debate… ¿veis? ¡Para esto sirve un foro! Que bueno a veces poder profundizar y cambiar impresiones, más allá de comentar un post concreto, e incluso cuando ya se pierde la referencia del propio post y la conversación empieza a discurrir por otros derroteros más interesantes. De ahí nace el conocimiento. Porque el comentario típico de este sitio, normalmente agradeciendo o elogiando, en realidad no alimenta, no aporta nada nuevo. Uno quiere saber lo que hace mal, lo otro ya se lo imagina. (Y aquí somos todos tan buenos que nadie hace critica, cuando el mejor favor que se le puede hacer a alguien es mostrarle lo que está haciendo mal y puede mejorar). Y sobre todo uno quiere saber lo que todavia no sabe.

          Cuando un tema se debate, y se empieza a perder en sus posibles derivadas, es cuando se aporta y recibe informacion valiosa. Es cuando se opina y cuando se argumenta, cuando nos abstraemos del motivo concreto y damos rienda suelta a nuestros pensamientos, opiniones y preferencias. Aqui hay mucha gente que sabe escribir, que tiene imaginación e ideas, y que sabe por tanto argumentar. Pero eso no suele aflorar. Y eso puede ser muy valioso para los demás: más allá de exponer un escrito, que es lo que hacemos todos aqui, un foro permite abrir una discusión, crear inquietudes, compartir experiencias, razonar, argumentar…

          Muy pronto con ustedes. De hecho, me he propuesto que arranque el 1 de enero.

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  7. Raro el Nóbel, le dieron el de Literatura a Churchill pero no a Borges.
    Lindo que plantees la Literatura como artesanía. «Pinceladas». Borges dijo que publicaba para dejar de corregir. Un ejemplo a imitar.

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    1. Después de lo de este año, el verdadero reconocimiento a un gran escritor es precisamente que no le hayan dado el nobel. Porque el año que viene puede que se lo den al que redacta los sellos de correos o a alguien que escriba prospectos para medicamentos o manuales para las calculadoras. ¿Quien quiere pertenecer a ese selecto grupo? Yo creo que Eco y Borges pasarán a la posteridad mucho mejor acompañados por Nabokov, Kafka, Joyce, Cortázar, Tolstoi, Mark Twain o Proust, todos ellos ignorados por la academia, que formando parte de un grupo donde están Bob Dylan y todos esos escritores suecos que, ¡vaya casualidad!, son legión entre los premiados.

      Y no solo han fallado, en el peor sentido, en literatura. Vera Rubin (la mujer que encontró la materia oscura) ha muerto también este año sin un merecidísimo nobel de física. Es solo uno de los muchos ejemplos de ignorados por la academia. De hecho, las excepciones empiezan a ser los que tienen un nobel y además lo merecen.

      ¿Es el premio el que da prestigio al premiado o el premiado el que da prestigio al premio? ¡Ay, si don Alfred levantara la cabeza!

      (Vaya comentario, si me descuido escribo aqui toda una entrada!!)

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      1. El tema lo vale. Podrías escribir una entrada.
        Escandalosa la lista de los excluídos. ¿Será que seleccionan tirando los dados?
        Lo de los premiados suecos es una grosería, 7 u 8.
        Recién leí que Nóbel estableció que el premio sea distribuido «cada año en forma de premios entre aquellos que durante el año precedente hayan realizado el mayor beneficio a la humanidad»(es.wikipedia.org/wiki/Premio_Nobel).

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