Déjame que te cuente lo de Beethoven.


Pero antes, si me haces el favor, vamos a ponerlo de fondo. Abajo tienes el vídeo de la 9ª sinfonía en versión de Karajan (ya ves que no he reparado en gastos) y te agradecería que fueras al tercer movimiento, en el minuto 25′ 26″.

¿Ya estamos? Bien.

La novena sinfonía es una de las piezas más importantes de toda la historia de la música. Es tan importante que cuando inventaron los Compact Disc y tuvieron que decidir cual tenía que ser su duración el criterio fue que cupiera la novena sinfonía completa.

No hay mejor descripción del sentido de esta obra que el propio poema de Schiller, la oda a la alegría, que conforma los coros del cuarto movimiento y que puedes leer completo haciendo click aqui. Constituye una proclama impresionante que empieza con estos versos:

¡Oh amigos, no en esos tonos!

entonemos otros más agradables

y llenos de alegría

¡Alegría! Alegría!

Creo que ya estamos en situación: Si me has hecho caso ahora estás escuchando una preciosísima melodía alegre y melancólica y has leído unos versos que son todo un canto al optimismo. Vamos al grano.

Beethoven terminó de componer esta obra en 1823. En aquellos años era una persona totalmente aislada y frustrada a causa de su sordera. Estaba prácticamente en la miseria, envuelto en un larguísimo pleito por obtener la custodia de su hijo adoptivo, en realidad su sobrino, quien a su vez era fuente de continuas preocupaciones.

Solo, enfermo y deprimido, acosado por las deudas y por innumerables problemas, incapaz de escuchar el sonido de sus propias creaciones… en estas condiciones Beethoven fue capaz de componer una de las obras más maravillosas de toda la historia.

Y no es una excepción. Gran parte de las creaciones más importantes del arte y la cultura se gestan en momentos de verdadera necesidad por personas acosadas por los problemas y agobiadas por el sufrimiento. Puede que en esos momentos se imponga un componente de liberación, volcando los genios toda su atención en aquello para lo que tienen talento cuando todo lo demás se tuerce. Puede que encontraran el impulso creativo en la propia presión de las situaciones que los rodeaban. O puede simplemente que la genialidad brote en los lugares mas insospechados, como esa amapola que crece en un campo de trigo.

Pero lo que si doy por cierto es que cuando el mundo entero parece trabajar en nuestra contra, cuando todo se tuerce y hunde, cuando falla hasta lo más básico y cuando lo más tentador sería resignarse y dejarlo todo, es precisamente cuando tenemos la obligación de insistir en nuestro talento y tratar de dar lo mejor de nosotros mismos.

Porque lo mejor que nos dejaron todos estos grandes no fueron esas obras geniales paridas en la peor necesidad, sino su propio ejemplo.

Salvando las distancias, esto que hacemos, este afán de expresarnos a través de la escritura, es un acto creativo. Las razones que podamos tener cada uno para llevarlo a cabo pueden ser muy diversas, tantas como escritores haya, pero hay algo que nos une: todos tratamos de decir algo.

Y resulta que decimos mucho más de lo que nosotros mismos creemos. Yo trato de leer vuestras cosas, me esfuerzo en ello, y me consta que muchos hacéis lo mismo. Al hacerlo no puedes evitar leer entre líneas, a veces porque hay mensajes bastante claros y otras simplemente porque quieres ser escritor, por tanto buen observador, y te esfuerzas en ver, o imaginar, más allá de las apariencias.

Sin darte cuenta te introduces un poco en la vida de los demás y descubres que ahí fuera hay gente a la que no conoces de nada, gente que escribe historias, crítica, cuentos o poesías y que te están gritando desde esas mismas líneas en blanco que tienen un corazón roto por el dolor, que se siente solos o frustrados, que escriben para huir de sus problemas, o para sacárselos fuera o para encontrar la fuerza para afrontarlos. Y si sabes leer, te hablan de sus vidas, de sus ocasiones perdidas, de sus alegrías, sus esperanzas y sus ilusiones, de sus sueños rotos, de los seres queridos que perdieron, de las cosas que no hicieron o de aquellas que les hicieron tanto daño.

A veces te conmueven más por lo que no escriben que por lo que puedes leer.

Y toda esa gente, como tú y como yo, han encontrado un medio que les ayuda a afrontar sus propias situaciones. Escriban mejor o peor, que eso ahora es lo de menos, todos son pequeños beethovens huyendo de esa sordera que les rodea, de ese mundo real que no les deja expresarse, para dar lo mejor de sí mismos en este universo extraño donde en realidad nadie conoce a nadie.

Ya ves que escribir, aparte de ser una válvula de escape, un divertimento o un mero ejercicio, es también un magnífico bálsamo para los propios problemas. Escribir constituye una maravillosa terapia contra lo que te rodea y te duele, y en ocasiones contra lo que te duele porque ya no te rodea.

Y por eso mismo, querido Salomón, si la vida te ha dado un severo revés lo peor que puedes hacer es dejar de hacer lo que te gusta. Beethoven no lo hizo, y ya estas oyendo el resultado.

Un fuerte abrazo.

(por cierto, premio para quien encuentre el palíndromo)

19 Comentarios

  1. Espectacular!! Tengo un lazo espiritual con Beethoven, porque durante muchos años estudié piano y las piezas que más amaba tocar, eran las suyas. Para Elisa, El adiós al piano, sonata Claro de Luna, son intensamente bellas y emotivas y sus sinfonías son magníficas. La novena, es su obra cumbre, la compuso estando ya sordo, pero él nunca desfalleció y a pesar de su estado siguió como director de sus composiciones. Él, es un ejemplo a seguir, un maestro inmortal, que traspasará miles de generaciones.
    Un abrazo y mis afectos.

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    1. Muchas gracias, Zoe (precioso nombre!) de Beethoven me conmueve sobre todo como pudo sobreponerse a su lamentable situación para crear ese enorme canto a la felicidad que es la novena. Todo un ejemplo, como bien dices. Un abrazo!

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  2. De hecho estoy embarcado en un proyecto para reunir textos de naturaleza solidaria y componer con ellos un libro, publicarlo y donar todos los ingresos a una Ong. Puedes ver el germen de la idea en scripto.es. Está a medio hacer, pero estoy volcando todo mi interés en esto, le dedico el poco tiempo que tengo para escribir y pienso sacarlo adelante porque creo en la idea.

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  3. Llevo reflexionando este post unos minutos sentada en mi escritorio, tras leerlo con mucha satisfacción y emotividad. Has hecho que me replantee cosas y/o que medite sobre el sentido de lo que hago. Y me ha ayudado mucho hacerlo. Gracias, me ha encantado leer este texto.
    Un abrazo

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    1. Muchas gracias, Marisa. Para mí también ha cambiado algunos muebles de sitio en mi interior. Lo importante es que ha ayudado a que Salomón vuelva a escribir, y esa es la clave, tener otra motivación fundamental para escribir: hacer que sirva, que sea útil, que pueda ayudar a alguien, y de paso que le ayude a uno mismo a tratar de ser mejor persona.

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    1. Muchas gracias a los dos. Hay una persona a la que operan mañana de corazón; como a Salomón apenas le conozco, solo de leerles. Pero ha escrito un mensaje increíble, dedicando la música que le gusta a quienes le seguimos. Le hemos respondido con mensajes, cada uno a nuestra manera y… Bueno, se ha establecido una corriente de apoyo y solidaridad increíble, emocionante. Da qué pensar. Somos gente rara, escribimos en este mundo aparte con nuestras inquietudes y nuestros sueños, pero hay algo más. No estamos solos. Lo que hacemos puede interesar o conmover, pero también puede ayudar a otros. Si, tenemos ese pequeño poder, lo podemos llamar talento, sensibilidad o don de palabra, pero a veces vale más una palabra sincera y una mano amiga que mil novelas.

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  4. Gracias, desde hace ya un tiempo bastante largo, parecería que todo está en mi contra y si bien, no decidí tirar la toalla, lo he pensado más de una vez.
    Cuando me vuelva a plantear si vale la pena insistir, me acordaré de la Novena sinfonía y de tu escrito.
    Gracias nuevamente.
    Por cierto, encontré el palíndromo, pero el premio ya me lo diste.

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  5. Sinceramente ésta entrada es digna de un premio, por la motivación que se genera al leerla, un mensaje de esperanza si se quiere también para todos nosotros que alguna vez hemos sentido el desasosiego de seguir escribiendo al pensar que lo que hacemos está mal o no es bueno, además de difundir la vida de éste noble músico, alma atormentada que supo en condiciones totalmente adversas crear éste monstruo musical, me recuerda la flor de loto resurgiendo de entre el barro, recordándonos que la belleza del alma resurge en cualquier momento y frente a cualquier adversidad, recordándonos que no sólo tenemos raíces sino también alas para volar, el cuerpo puede estar preso de tormentos, pero el alma no se puede jamás apresar…excelente entrada, saludos

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    1. Excelente comentario, por otra parte, que te agradezco mucho. Pero uno y otra, comentario y entrada, tienen tanto valor como el efecto que producen. El comentario ya ves que ha calado, y la entrada solo servirá para algo si llega a su destino y consigue que Salomón siga escribiendo, que es para lo que la hice. A veces pensamos tanto en lo que queremos decir que olvidamos que con nuestras palabras podemos hacer algo por los demás. Un escritor que abandona es una perdida para todos, por las historias que perdemos y por la persona que nos deja.

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